Nuestros vinos se elaboran siguiendo un proceso que garantiza el respeto por la tierra y permiten la subsistencia de variedades de uva autóctonas como la Garnacha Tinta y el Albillo Real. La Garnacha tinta es una uva de tamaño mediano, redonda y de color violeta oscuro, que crece en cepas verticales y llenas de vida. El Albillo Real crece en racimos compactos y de grano pequeño o mediano, con colores verdes amarillentos que con la maduración se convierten en dorados.

El ciclo de vida de nuestros vinos se inicia en viñedos viejos, con una media de edad de casi un siglo y de pie franco, no injertados, que no sufrieron la plaga de la filoxera.  Están situados en parcelas que no superan la hectárea, pequeños majuelos ubicados entre los 650 y los 1.000 metros de altura en la Sierra de Gredos y el Valle del Tiétar. Los rendimientos se sitúan entre los 1.500 y  los 3.000 kg/ha.  Viñedos sanos que, junto con los suelos de arena de descomposición granítica propios de la zona, son sinónimo de calidad.

Los suelos se fertilizan con abonos orgánicos certificados y, siempre que es posible, se trabajan con caballos de manera sostenible y respetuosa con el medioambiente.

El ciclo de vida de nuestros vinos es sostenible. Desde la uva hasta la botella, tratamos de controlar la emisión de gases de efecto invernadero y minimizar el consumo de combustibles fósiles en nuestros procesos. La utilización de fertilizantes orgánicos certificados, el uso de caballos para trabajar la tierra, la vendimia manual, la utilización de la propia montaña como ubicación de la sala de barricas, así como la distribución en furgonetas eléctricas son algunas de las medidas ya implementadas.

La vendimia es 100% manual.

Cuando se decide el momento óptimo de maduración, se da inicio a la recogida, coincidiendo con el amanecer del día, en cajas de 18 kg para asegurar que la uva se traslada entera y en las mejores condiciones. Un proceso lento en el que los expertos vendimiadores seleccionan minuciosamente cada uno de los racimos.

La uva, cuidadosamente seleccionada, se distribuye en los distintos depósitos. Son habituales los encubados superiores a 20 días. Diariamente se catan los vinos para decidir el momento óptimo del descube. Cuando termina la fermentación alcohólica y los descubes correspondientes, se procede a la fermentación malo-láctica en barricas de roble francés de distintas capacidades.  La sala de barricas está excavada en la piedra de la montaña de Gavilanes, asegurando una humedad y temperatura óptimas para que nuestros vinos envejezcan en el silencio y la calma.

En Bodegas Ausín se aplican los principios y las técnicas de la viticultura sostenible, incluyendo algunas prácticas de biodinámica como el tratamiento de la tierra y las viñas con la mínima intervención humana. Tenemos en cuenta el calendario lunar en el cuidado de nuestras parcelas, preparándolas con fertilizantes ecológicos certificados sin químicos y abono de animales. No hay intervención de maquinaria en la vendimia que se realiza de manera manual en parcelas pequeñas y de difícil acceso, preservando los viñedos para futuras cosechas.

La naturaleza es un ser vivo, nosotros trabajamos para conservar su equilibrio y devolver lo que nos da, unas vides productivas y unos vinos de la mejor calidad elaborados artesanalmente. Puro arte.

Nos comprometemos con la lucha contra el cambio climático y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en concreto el ODS7 Energía limpia y no contaminante, ODS13 Acción por el clima y ODS15 Vida de ecosistemas terrestres.

Por otro lado, la contribución a la reactivación de la economía en una zona marcada por el éxodo rural ayuda al bienestar social de las comunidades en las que Bodegas Ausín está presente, alineándose con el ODS8 Trabajo decente y desarrollo económico.